domingo, 19 de mayo de 2013

"Placer de la vida": la comunicación


Los placeres, qué haríamos sin ellos, son los que nos motivan y los que acaban siendo nuestros vicios. Es imprescindible que todos los individuos del planeta tengan accesibilidad a estos. Pero… ¿qué es placentero para cada uno?


Las personas presentan ciertas inclinaciones hacia distintos placeres pues experimentarlos es algo muy personal. Nunca antes me había parado a pensar que me resulta placentero únicamente a mí, pues ahora mismo rondan por mi cabeza muchas cosas, sin embargo éstas también resultan placenteras para la mayoría. Escuchar música, dormir, comer y un largo etcétera son acciones que me gusta realizar pero no tienen nada de especial.


Por lo tanto, aquello a lo que puedo asignarle el nombre de "pequeño placer" es hablar con los individuos que me rodean y sentir que éstos participan en la conversación. Es algo insignificante a lo que estamos acostumbrados por lo que no suele aparecer satisfacción al intercambiar diversas palabras con las personas que nos rodean. Sin embargo a mi me resulta fascinante que existan personas dispuestas a contarte miles de historias, consejos, tonterías... no presenta importancia lo que el individuo suelte por la boca pues el mero hecho de que se dirija a mí, me observe detenidamente, me preste atención y me dedique su tiempo, es satisfactorio.



Mantener conversaciones es divertido dado que a veces resulta interesante conocer la forma de ver el mundo de aquellos que se encuentran a tu alrededor.

"Intercambiar ideas, discutir, llegar a un acuerdo, alagar, respetar..."

Reconozco que no soy una persona extrovertida, sin embargo me gustaría serlo y creo que con el tiempo lo conseguiré. Esta característica que me define hace que la mayoría no se acerque a mí para mantener una conversación por eso me resulta placentero cuando hablo con alguien personalmente.


 También me agrada cuando me llaman por teléfono, es un tanto increíble que existan personas con ganas de escuchar mi extraña voz, la cual considero bastante peculiar (como mi forma de escribir). Debo reconocer que me gusta parlotear con las personas que se muestren dispuestas a ello aunque siento preferencia por algunas. Hablar con personas que tienen experiencia vital  o aquellas que presentan algún tipo de hobbie fuera de lo común siempre tienen algo interesante que aportar pues son cosas que desconozco y las cuales despiertan atención en mi ser.

 También me gusta hablar con mi padre, nuestras conversaciones, a mi parecer, son entretenidas y siempre acaban con una enseñanza; y sobre todo con mi monitor de natación que siempre me dedica sus mejores e ingeniosas vivencias. El mero hecho de hablar con personas que presentan características extremadamente diferentes y gustos diversos me resulta placentero y, a su vez, beneficioso ya que me permite ampliar mis conocimientos y descubrir detalles de los que nunca había oído hablar.


Cabe decir que existen multitud de temas de los que hablar y como es evidente, tengo preferencia por unos más que por otros. Es interesante conocer cómo afrontan otros este juego de hacer exámenes y aprobar asignaturas o cómo era la vida anteriormente. A pesar de todo, entre los temas estrella siempre permanecerán los gustos musicales y cinematográficos junto a los libros y los acontecimientos del día a día.

Observar las distintas reacciones de las personas dependiendo de la información que estén recibiendo sus respectivos cerebros también me produce un leve placer dado que es divertido y me permite indagar en el carácter de estas.

 A medida que voy desarrollando este artículo me estoy percatando de que no podría vivir con normalidad si no tuviera lugar al menos una conversación al día. Me encanta comunicarme con el mundo exterior ya sea de forma verbal o escrita aunque no niego que me resulte atractivo explorar mi interior y hablar conmigo misma. Aunque se trata de algo chocante, mantener una conversación contigo mismo no es nada del otro mundo, la mayoría de las veces lo hago involuntariamente pero aquellas en las que si estoy presente realizo una especie de monólogo interior rarísimo el cual carece de sentido.


 Desde mi punto de vista este pequeño placer no es realmente único y exclusivo de mi persona, como bien sabemos el ser humano tiene la necesidad de comunicarse, somos seres sociales, por lo que otros muchos individuos también reconocerán el dicho como uno de sus pequeños placeres vitales, no obstante darse cuenta de esta interesante acción que realizamos rutinariamente, lo es, se trata de algo menos común.


"La comunicación, esencial para los individuos humanos, placentero para una alumna de segundo de bachillerato"

Me hizo llorar...


Los sentimientos y las emociones conviven con las personas ocupando un lugar destacable en sus acontecimientos. Estos elementos que conforman nuestro ser son los responsables de la pérdida de lágrimas por los ojos y la extrema apertura de la boca emitiendo, a veces, un sonido ensordecedor. Existen cosas, momentos o sonidos que tienen esa habilidad innata de producir cierta reacción por parte del individuo.

Es cierto, que la mayoría de las personas comparten motivo de llanto o alegría pues todos estamos de acuerdo en que la muerte de una persona nos provoca un sentimiento de dolor haciendo que emitamos toda nuestra rabia en forma de pequeñas gotas que resbalan por nuestro rostro. Al igual que nadie niega la aparición en un primer momento de una sonrisa, y seguidamente, la expulsión de una carcajada al ser testigo de una broma.


 Múltiples cosas nos hacen reír y llorar a lo largo de nuestra vida, algo que, a mi parecer, es vital para el desarrollo emocional y psicológico humano.  Lo cierto es que cada individuo presenta sentimientos muy distinto con respecto a un mismo acontecimiento, como nos enseñaba Ortega y Gasset existen multitud de perspectivas con respecto a un mismo objeto. Puede ocurrir que algo que a muchos hagan llorar, a ti te haga reír o al contrario. Considero pues que cada persona es única y sus emociones impredecibles.


Desde mi punto de vista y tras replantearme qué cosas son las que me hacen llorar, he llegado a concluir que soy una persona bastante sensible tanto a la hora de soltar lágrimas tanto de tristeza como de alegría. La pérdida de un ser querido o la partida de un amigo a otro país son sucesos que evidentemente nos provocan tristeza a todos cada vez que ocurren , no obstante tienen lugar momentos en los que lloras desconociendo su causa y que, al volver a repetirse los dichos, no reaparecen lágrimas en tus ojos.


Me llama mucho la atención cuando alguien llora al escuchar una canción, nunca he llegado a experimentar esa sensación, quizá porque no me he topado aún con la canción adecuada. En mi opinión los individuos que lloran con canciones es porque éstas les provocan leves recuerdos por los cuales sienten nostalgia.


A sabiendas de que aquello que me hizo llorar en su momento es un tanto absurdo, me dispongo a compartirlo con vosotros ya que es totalmente atípico.
Hace meses, mantuve una interesante charla con mi prima la cual me mostró su apreciación a la filosofía de Platón. Aun no había comenzado el curso y yo desconocía que cierto personaje iba a aparecer en mis apuntes posteriormente. A medida que iban pasando los días pude comprobar que la filosofía que se imparte en primero es radicalmente distinta a la de segundo, la cual me atraía más.

Tras varios filósofos apareció Platón, automáticamente me acordé de mi prima y de sus pensamientos lo que hizo que de alguna manera estudiara al autor con mayor dedicación. El mito de la caverna del que tanto había oído llegó a mi. Al principio era confuso pero poco a poco iba estableciendo una relación con la sucesión de frases platónicas.
Llegó el momento de estudiar.



Tras la repetición ilógica de mis apuntes, dado que a mi parecer estaban mal hechos (soy una persona bastante perfeccionista), me dispuse a metérmelo en la cabeza. Una vez terminada mi labor, releí el mito de la caverna para comprobar que mi cerebro era capaz de comprender a este personaje y, para mi sorpresa lloré. No sabía exactamente por qué lloraba, quizá me producía tristeza que los esclavos no pudieran salir de la cueva y el hombre libre estuviera solo en la inmensidad.

 "que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz"

Ni idea, pero me resultó extremadamente extraño que un escrito, el cual no pretende para nada provocar lágrimas en el lector, terminara produciéndome dicha sensación. Nunca había llorado con la lectura de un libro, algo que me desagrada pues aún busco alguno que me provoque dicho sentimiento, por esa razón me exaltó tanto dicho acontecimiento. Pasaron los días y realicé el examen el cual me salió bastante bien, pues había contactado de una manera especial con el filósofo.


Me resultó graciosa mi reacción ante el mito de la caverna, no obstante Platón se esfumó dejando paso a otros autores. Con el paso del tiempo decidí  volver a leer dicho escrito para comprobar si me produciría la misma emoción, asombrosamente, ya no lloraba, lo que me llevaba  a reflexionar en múltiples ocasiones por qué lloré anteriormente y en ese instante no.

A día de hoy sigue tratándose de un misterio sin resolver, el cual me lleva a pensar que existen situaciones que  te sorprenden provocando una sensación jamás esperada. Llorar sin un por qué no es precisamente fascinante sin embargo sé que mis lagrimas se escaparon de mis ojos por una especial relación que estableció mi cerebro entre mi prima, Platón, y el mito lo cual es realmente mágico.

En mi opinión el acontecimiento de sucesos extraños tales como este permiten al individuo reflexionar y desear que éstos ocurran de vez en cuando; aunque aquello que me hizo llorar ya no cuenta con ese poder… Lo cual significa que “algo” se lo ha robado para provocar lágrimas en otros individuos.


Llorar, de alegría, de tristeza o… ¿de qué? Pienso que esta es una experiencia incomprensible que a su vez presenta una pizca de inquietud. Cabe añadir que esta ha sido la cosa más sorprendente por la que he llorado.


"La acción de llorar se ha convertido en algo que habitualmente hacen los seres vivos y de la cual no prestamos atención, no obstante si lo pensamos, qué rareza es esa de soltar agua por aquella parte del cuerpo que nos permite observar"